Historia

CAPITULO XXVII

FUNDACION DE LA ERMITA DEL CRISTO DEL AMOR

Hasta ahora hemos visto el origen de varias ermitas de la localidad, que todavía podemos contemplar en la actualidad, pero por desgracia en otros casos éstas se han perdido, y no por ello debemos de olvidarnos de estos edificios religiosos que durante siglos han formado parte importante de la historia de La Solana, y que todavía están en la mente de muchas personas.

Un claro ejemplo de ello lo encontramos en la ermita del Cristo del Amor, que por desgracia fue derribada en agosto de 1972, para realizar un bloque de pisos y de cuyo recuerdo sólo queda en la actualidad una pequeña capilla de reciente construcción y la memoria que de aquella queda a todos los solaneros que nacieron con anterioridad a su destrucción. Sin embargo, este edificio alcanzó gran importancia en algunos momentos, llegando a rivalizar incluso con la parroquia. Por todo ello y porque pensamos que la peor muerte es el olvido, en este artículo vamos a estudiar el origen de dicha ermita a mediados del siglo XVI, el cual fue un tanto curioso, ya que en realidad no fue planteada su construcción como ermita, sino que nació al calor de un hospital, al que prestaría servicios religiosos, aunque con el tiempo sobrepasó con creces la función para la que fue creada, siendo una de las ermitas más importantes de la villa y que además tuvo otra nota curiosa, pues cambió varias veces de denominación, siendo llamada en un principio: Nuestra Señora de la Asunción o Madre de Dios, para a continuación llamarse de la Concepción y finalmente adoptar el nombre de Cristo del Amor.

Entre los años 1507 y 1511, se había fundado un hospital en La Solana, en una casa cedida por Sancho López, cuya administración habían encargado los visitadores de la Orden de Santiago al Concejo de La Solana, aunque dicho hospital no será el único existente en la villa, pues a mediados del siglo XVI surgirá otro, procedente como el anterior de una donación(1).

En el caso que nos ocupa, es el bachiller Juan Díaz Sabina, clérigo de la Orden de Santiago y sus cuatro hermanas, quienes deciden fundar un hospital en unas casas de su propiedad, que habían recibido en herencia de su padre, situadas en lo que en la actualidad es la calle Rasillo del Cristo del Amor. El objetivo de los hermanos es: “hazer ospital y acogimiento de pobres” y para ello habían “labrado en las dichas casas una pieça y capilla donde pudiesen dezir misa a los pobres que en el estuvieren”. Además están dispuestos a dotar dicho hospital con una casa quintería, que se encuentra en el término de Alhambra, en el sitio que dicen “La Calera”, con 120 fanegas de sembradura de trigo y una viña situada en el camino de Villanueva de los Infantes, que tenía 1.800 vides, lindera con otras dos viñas, una de Juan Díaz de Elvira Díaz y otra de Hernando Abad. El clérigo incluso ofreció el patronazgo del hospital a la Orden de Santiago(2).

El permiso Real llegará el 22 de marzo de 1550, tras ordenar Carlos I a los visitadores de la Orden de Santiago: Sánchez Carvajal, gobernador del Campo de Montiel, y Juan Muñoz, freyle de la Orden y cura de Cehegín, que reconocieran la casa que iba a ser hospital así como la capilla, concediendo licencia para su realización, quedando sujeto al Rey y por delegación a los maestres y administradores de la Orden de Santiago, ordenando a las autoridades del Campo de Montiel y de la villa de La Solana que no pusieran impedimento alguno en la realización del hospital. En la carta, el Rey da permiso para bendecir y poder decir misa a los vecinos en una “pieça e capilla” que se había construido en las casas donde se pensaba instalar el hospital(3), y que fueron el origen de la ermita que con el tiempo se convertiría en la del Cristo del Amor.

El hospital tenía la siguiente distribución: en la planta baja había tres habitaciones para sacerdotes pobres que se encontraran de paso y dos piezas para recoger a los pobres, ascendiendo por una escalera a un piso superior en el que había cuatro habitaciones en las que vivían cinco viudas pobres; debajo de la escalera se encontraba una cueva, en la que se conservaba el vino que los religiosos franciscanos de Infantes recogían de las limosnas.

Al lado del hospital se encontraba la ermita, que era de una gran sencillez, cubierta a dos aguas, contaba con un altar y un retablo, a los lados un crucifijo y una imagen de la Virgen, encontrándose algunos pasos del Señor pintados en las paredes(4).

Aunque en un principio había nacido como un hospital que tendría una pequeña capilla para que los pobres y pasajeros oyeran misa, en realidad se había estructurado como una ermita con un hospital anejo, especializado en la atención a mujeres pobres y viudas, siendo además una especie de posada para los frailes que iban de paso por la villa: “Hay otro hospital en el cual hay cuatro o cinco aposentos en los cuales se recibe para vivir en ellos mugeres pobres y honestas y es posada de frailes esta junto e pegada a la ermita de Nuestra Señora de la Asunción”(5).

No sabemos si fue un objetivo oculto de los fundadores o una actuación espontánea de los habitantes de la localidad, pero en pocos años la capilla creada para decir misa a los pobres, se convirtió en una ermita pujante a la que cada vez acudía más gente a oír misa, lo que provocó la airada reacción del cura de la parroquia de Santa Catalina, la única existente en la villa y que veía peligrar su preeminencia y exclusividad.

La llegada de un nuevo cura a la parroquia de Santa Catalina, D. Pedro Pastrana, llevará al enfrentamiento; por ello el 20 de diciembre de 1560, el bachiller y visitador de la Orden de Santiago, Don Lope Carrillo de Figueroa, en nombre del cura de la villa presenta una denuncia ante el Consejo de Órdenes Militares, en la que pide se prohíba decir misa en cualquier ermita sin licencia del cura de la villa, porque los vecinos no acuden a la iglesia parroquial, dejando de oír: “los divinos oficios y sermones y admonestaciones neçesarias de oyr para la salvacion de sus aninas”. En el escrito se deja entrever cómo el clérigo Juan Díaz de Sabina le está haciendo una fuerte competencia a la iglesia parroquial(6).

Ante la denuncia presentada a comienzos de enero de 1561, se notifica al resto de los clérigos que había en ese momento en La Solana: Rodrigo Martínez, bachiller Mexía, Juan Díaz, Alonso Sánchez y Alonso López, e incluso al sacristán Juan Pérez de Monguía, que se abstengan de decir misa en la ermita(7).

El letrado D. Lucas Carrión, en nombre del clérigo Juan Díaz de Sabina, presentará una carta el 4 de marzo de dicho año, indicando que le han prohibido tanto a él como a cualquier otro clérigo que diga misa “en ningun dia del año”, lo cual es injusto y contrario a la autorización dada por el Rey, informando que no ha tenido ningún problema con los curas anteriores, siendo éste el que le prohíbe: “que alli se entierren difuntos, ni se digan misas en los dias de fiesta”, cuando debe ser obligación de los curas el atender y dar hospitalidad a los pobres y necesitados, y no incitar a los alcaldes y oficiales a ocupar el hospital como si fuera un propio de la villa, cuando éste pertenece a la Orden, siendo injusto que los oficiales del Concejo se apoderen de las casas del hospital echando a los pobres fuera y dejándolos desamparados(8).

Dos semanas después, el bachiller Juan Díaz de Sabina dice no haber cometido falta alguna ya que obtuvo licencia para hacer un hospital y capilla, pudiendo decir misa en ella y que el cura le tiene mala voluntad, por lo que ha insistido en su prendimiento, aunque no quebrantase la carcelería junto con el vicario de Montiel(9).

Estas declaraciones se unirán a los interrogatorios realizados a seis vecinos de la villa (Alonso López, Rodrigo Martín, Alonso Tercero, Juan Pérez de Monguía, Pedro Hernández y Diego Navarro), los cuales confirman que se encuentra en el barrio de “La Madre de Dios” una ermita que se edificó hace unos diez años, donde hay un hospital y en la que se dicen dos misas por semana, y que en su opinión de seguir la situación así alguna ermita o capilla acabará desplazando a la Parroquia de Santa Catalina(10).

Todo ello llevará al tribunal a dictar sentencia, y si bien el 22 de marzo de 1561, se indica al bachiller que no debe decir misa salvo a los pobres enfermos que estuviesen en el hospital, que no se administrasen los Santos Sacramentos, ni que se le pusiera campana ni insignia alguna de iglesia a la ermita, por otro lado en una provisión del 27 de marzo, se indica que de aquí en adelante no se vuelva a molestar al bachiller Juan Díaz de Sabina, que según la autorización recibida en 1550, podía continuar diciendo misa en la capilla del hospital a los enfermos que hubiera en él(11).

La ermita llamada de Nuestra Señora de la Asunción es citada en 1575, como una de las dos ermitas principales de la villa, viviendo todavía las cuatro hermanas del clérigo Sabina que junto a él la fundaron. Cambiará luego su nombre por el de Nuestra Señora de la Concepción, teniendo una capilla con dicha advocación, pasando con posterioridad a denominarse del Santo Cristo del Amor, como ya hemos apuntado.

El 6 de octubre de 1602, el Vicario del Campo de Montiel envía una provisión autorizando que “la justicia e ayuntamiento puedan tomar las quentas de los bienes de la dicha iglesia e acudir a los rreparos que haga el mayordomo en la ermita y ospital”, con la cual la Orden delega parte de sus atribuciones de visita y control en beneficio del Ayuntamiento(12).

Esta ermita, a pesar de su deseo de preeminencia nunca conseguirá desplazar a la parroquia de Santa Catalina y su hospital tampoco lo hará al del concejo, que será conocido simplemente como el “hospital”, mientras que el situado junto a la ermita tendrá una función complementaria, como una casa de acogida aneja a la ermita, lo que es reforzado por su especialización en la atención de frailes pobres y pasajeros, y de mujeres viudas, pobres y honestas. El hecho de ser un hospital asociado a una ermita le hace ser un caso singular, pues entre todos los hospitales tanto del Campo de Montiel como del vecino Campo de Calatrava sólo encontramos otro ligado a una ermita, la de Santa María la Rosada en Argamasilla de Calatrava(13).

Imagen de la ermita de Cristo del Amor que fue derribada en 1972

 

NOTAS

1.Las personas interesadas en conocer más sobre los hospitales de La Solana, pueden leer el artículo “Historia de los hospitales de La Solana 1507-1889” de Carlos Fernández-Pacheco Sánchez-Gil y Concepción Moya García, publicado en Cuadernos de Estudios Manchegos nº 28, 2ª época. Instituto de Estudios Manchegos. Ciudad Real, 2005, pp.177-216.

2.ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL (AHN). Archivo Judicial de Toledo. Santiago. Legajo 50.549. 1561. (Contiene documentación entre los años 1550 y 1561). Pleito sobre el hospital de La Solana fundado por el clérigo Juan Díaz Sabina.

3.Ibídem. Carta Real de Carlos I autorizando la edificación del hospital. 22 de marzo de 1550. Esta carta fue transcrita por Flores Guerrero, Pilar: “Licencia del Rey Carlos I de España para construir un hospital con su capilla en la Encomienda de La Solana” en Gaceta de La Solana nº 64. Febrero 1986, pp. 43-47.

4,ROMERO VELASCO, Antonio: Historia de la villa de La Solana. Imprenta Posadas. La Solana, 1940, pp. 113 y 114.

5.VIÑAS MEY, Carmelo y PAZ, Ramón: Relaciones histórico-geográficas-estadísticas de España ordenadas por Felipe II. Ciudad Real. Centro Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1971, pág. 486.

6. AHN. Archivo Judicial de Toledo. Santiago. Legajo 50.549. Denuncia del bachiller Lope Carrillo de Figueroa en nombre del Licenciado Pastrana, cura de La Solana. 20 de diciembre de 1560.

7.FLORES GUERRERO, Pilar: “Licencia del Rey Carlos I de España para construir un hospital con su capilla en la Encomienda de La Solana (Siglo XVI)” en Gaceta de La Solana nº 64. Febrero 1986, pág. 45.

8.AHN. Archivo Judicial de Toledo. Santiago. Legajo 50.549. Carta de Lucas de Carrión en nombre del bachiller Juan Díaz sobre el pleito que tiene con el bachiller Lope Carrillo, vicario de Montiel. 4 de marzo de 1561.

9. Ibídem. Descargo del bachiller Juan Díaz de Sabina. 21 de marzo de 1561.

10.Ibídem. Interrogatorio de los testigos.

11.Ibídem. Resoluciones sobre el pleito. 22 y 27 de marzo de 1561.

12. ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE LA SOLANA (AHMLS). Libro 31. Libro de decretos del Ayuntamiento de La Solana 1600-1604. Acuerdos del 6 de octubre de 1602.

13. TORRES JIMÉNEZ, María Raquel: Religiosidad Popular en el Campo de Calatrava. Cofradías y hospitales al final de la Edad Media. Instituto de Estudios Manchegos. Ciudad Real, 1989, pág. 121.