Soy una monja dominica, vivo
mi fe en Cristo dentro de este Monasterio de San
José, en La Solana. Mi vida, un día
se entrecruzó con la enseñanza de
santo Domingo y me presentó el rostro de
un Señor totalmente nuevo, dulce, sensible
y amoroso. Me enamoré profundamente de El.
Cuando le buscaba sentía un palpitar distinto
dentro de mí, y cuando le encontraba hasta
el sudor caían por mis manos: ¡estaba
enamorada! Y en plena juventud me vine a estar más
cerca de su presencia. Con el tiempo descubrí
que vivir cerca de El no sólo mereció
la pena, sino que mereció la alegría.
Precisamente, con esa alegría de sentirme
llamada por el Señor para la vida contemplativa,
os voy a contar nuestra historia.
.
Santo Domingo de Guzmán
nació en Caleruega (Burgos) el año
1.170. Siendo aún casi niño fue confiado
al cuidado de su tío, arcipreste de Gumiel
de Izán, que lo inició en las verdades
de la fe y en los primeros elementos del saber.
Hacia los quince años pasa a
Palencia siguiendo allí los estudios superiores
y teológicos. Allí se destacó ya
por su amor a los pobres. Ya presbítero 1.196-97
pasa a ser canónigo del capítulo de Burgo
de Osma, progresando ampliamente en la práctica
de la contemplación y en las dotes de gobierno,
siendo subprior del cabildo en 1.201.
Acompañando a su obispo Diego
de Acebes a una misión diplomática, Domingo
queda desolado ante la situación del sur de Francia,
invadida por la herejía albigense y pide al Papa
el permiso para dedicarse a la predicación de los
infieles como misionero. Así, Domingo inicia un
nuevo modo de proponer la doctrina cristiana, basado en
la pobreza verdaderamente evangélica y en el diálogo
fraterno.
En 1.206 funda en Prulla (Francia)
el primer monasterio de monjas, cuna de la Orden, estimando
grandemente su función en la predicación
evangélica como lugar de perfección espiritual,
de oración, de ayuda a la predicación, y
base y raíz de la misma
En
1.215 el Papa Inocencio III confirma la predicación
de Domingo.
Enriqueciendo la vida sacerdotal
con la vida apostólica y bajo la regla de San
Agustín, asumió para sí y para
su Orden el oficio de la predicación, que entonces
era misión sólo de los obispos. En tal
estructura, fue aprobada la Orden por Honorio III el
22 de diciembre de 1.216. Obtenida en Roma la seguridad
de la misión universal de su Orden, confiando
en la gracia de Dios y apoyado en el patrocinio de la
Bienaventurada Virgen María, Domingo dispersa
a sus frailes por toda Europa, mandándolos especialmente
a París y Bolonia, principales centros universitarios.
Su
fisonomía espiritual es extraordinariamente
clara. El mismo se llama humilde ministro de la predicación.
Puso como fundamento de su actividad este programa:
testimoniar amorosamente a Dios entre los hermanos,
dándoles en la pobreza evangélica la
verdad. Hay un principio de acción absolutamente
nuevo, una dedicación nueva al estudio y que
se inserta en la vida conventual de observancias tradicionales
con la misma fuerza e importancia que la misma oración
litúrgica. Sólo así se contempla
y se da lo contemplado en la oración y estudio
mediante una predicación casi simultanea al
mismo acto de la contemplación.
Domingo fue exigente y fue flexible; fue genial y
fue prudente; fue reformador y fue fiel a las directrices
de la Iglesia. Cargado de virtud y méritos
y físicamente destruido por el trabajo apostólico,
Domingo muere el 6 de agosto de 1.221, rodeado de
sus frailes en el convento de Bolonia. El Papa Gregorio
IX, gran amigo suyo cuando
era cardenal, lo canonizó el 3 de Julio de
1.234.
NUESTRA
PRESENCIA EN LA SOLANA
Las monjas dominicas estamos
en La Solana desde 1.593. La fundación
de nuestro monasterio se llevó a cabo
gracias a la generosidad del Bachiller D. Juan
Díaz de Sabina, presbítero y religioso
de la Orden de San Juan de Malta, natural y
vecino de La Solana y a una hermana suya. La
fundación se hizo en las casas de su
morada, dándoles a las monjas para iglesia
una ermita, que había junto a ellas,
dedicada al glorioso Patriarca San José.
Para hacer la fundación vinieron Sor
Lucía de Torres, priora, procedente del
monasterio de Santa Catalina de Granada, y con
ella sor Felipa de Santiago, Sor Isabel de Jesús,
y Sor Juana de Chaves.
Y
del convento de Chinchilla vino sor Francisca de
la Trinidad. Ilustres monjas que dejaron honda huella
viviendo con ejemplaridad y perfección la
observancia regular. Ellas fueron, poco a poco,
habilitando las distintas dependencias del monasterio
y claustros, y sobre todo implantaron la vida contemplativa
dominicana desde sus propias vidas.
La continuidad histórica
de la vida religiosa en este monasterio se vio rota
durante el periodo de la guerra civil entre 1.936-39,
en esta época, nuestra casa fue convertida
en cárcel y sus muros contemplaron el horror
de la muerte entre hermanos. Por fin, el 29 de octubre
de 1.951 se recomienza la vida contemplativa con
la instauración jurídica de la clausura
y bendición del Sr. Obispo D. Emeterio Echevarria.
Desde entonces se ha procurado restaurar el monasterio,
adaptándose a la adecuada renovación
espiritual de la vida religiosa, según las
exigencias de los tiempos
Las
monjas de la Orden de Predicadores tendemos por
nuestra manera de vivir hacia el perfecto
amor hacia Dios y para el prójimo, que es
camino seguro para buscar y procurar la salvación
del hombre. Nuestra misión consiste en buscar
a Dios en el silencio, pensar en El e invocarlo,
de tal manera que la palabra que sale de la boca
de Dios no vuelva a El vacía, sino que prospere
en aquellos a quienes ha sido enviada. Ofrecemos,
en la presencia de Dios, el sacrificio de alabanza,
principalmente en la celebración de la liturgia.
Nuestra vida es puramente contemplativa, guardando
en la clausura y en el silencio la separación
del mundo.
Nuestra
jornada está estructurada de modo que todas
las horas sean para Dios en la oración y
en el silencio contemplativo, recordando también
aquello de San Pablo: Ya comáis, ya
bebáis, hacedlo todo por Dios ..
Un día en nuestro Monasterio se vive así
Por
la mañana
5.45 levantarse
6.10 Rezo de los Laudes
6.30 Rosario
6.45 oración
7.45 tiempo libre
8.45 Rezo de Hora Tercia
9.00 Eucaristía
9.45 Desayuno
10.00 trabajo en común Al mediodía
12.45 Rezo de Sexta
13.00 comida
13.30 recreación
14.30 descanso Por la tarde
15.30 Rezo de nona
15.45 lectura estudio personal
16.30 trabajo en común
18.30 estudio de canto
19.00 rezo de las Vísperas y el Oficio
de lecturas
19.45 oración Por la noche
20.45 cena
21.00 recreo
22.00 rezo de las Completas
22.30 descanso
Como
podéis ver, nuestra jornada está llena
de Dios, pero no vivimos de la caridad, también
nos dedicamos a ciertos trabajos, sobre todo bordados,
pintura en tela y algunos dulces de huevo y almendras.
El trabajo, exigido por la pobreza religiosa, nos
hace también solidarias con los más
pobres, pues como dice San Pablo: el que no
trabaje, que no coma, aunque el trabajo se
subordina a la contemplación y colaboramos
con las campañas de Cáritas, de Manos
Unidas,de las Obras Misionales Pontificias, el Seminario
y otras necesidades de los hombres y la Iglesia.
Toda la vida de las monjas se ordena a conservar
el recuerdo constante de Dios. En la quietud y en
el silencio, se busca continuamente el rostro de
Dios, intercediendo por todos los hombres y haciendo
nuestras sus necesidades. Habéis visto que
celebramos diariamente en coro todas las Horas del
Oficio Divino de la Iglesia, pero es la Eucaristía,
que nos celebran los sacerdotes de la Parroquia
de Santa Catalina, el centro y eje de la comunidad
Se dedica un tiempo a la lectura y al estudio, que
es fundamental en la observancia de la Orden, ayuda
a la contemplación y favorece el cumplimiento
de los consejos evangélicos, constituyendo
además por su constancia y dificultad, una
forma de ascesis y de equilibrio.
El corazón humano necesita al Dios verdadero.
El que hizo ese corazón es el único
que conoce cómo se sacia y qué le
hace feliz. Cuando los esfuerzos humanos fallan,
hay que ir a Dios directamente. Lo dijo Jesucristo:
...con la oración y el ayuno
(Mt. 17,21). La eficacia para los que evangelizan
y se esfuerzan por conseguir la paz, la fraternidad
y la justicia, viene de arriba: Pedid, y se
os dará ... (Mt 7,7). Es vital que
en el mundo haya oración constante, profunda,
sin desaliento, incansable. Así damos testimonio
de que Dios existe, y vale la pena adorarle y amarle
toda una vida.
EL
HOY DE NUESTRO MONASTERIO
En
la actualidad formamos la comunidad 9 personas.
Nos sentimos felices porque Dios nos ha amado de
una forma distinta y especial, llamándonos
a su seguimiento. Merece la pena dejarlo todo por
El y seguir sus huellas, pues El sólo es
el único capaz de llenar nuestra existencia
y colmarnos de su amor. No hay mayor gozo que serle
fiel y esperarlo todo de su bondad y misericordia,
que no deja de interceder por todas nuestras necesidades
y las de todos los hombres.
Somos:
Sor
Maria Moreno, de La Solana (C.Real) Sor Ángeles Martín, de
Sonseca (Toledo) Sor Dominica Rodrigo, de Miguelturra
(C.Real) Sor Mª Dolores Romero de Ávila,
de La Solana (C.Real) Sor Ana Mª González, de
Alcubillas (C.Real) Sor Inmaculada Serrano, de La Solana
(C.Real) Madre
Abadesa Sor Mª Pilar Rojas, de Miguelturra
(C.Real) Sor Mª Carmen Moya, de Fuenllana
(C.Real)
Sor María Paola (profesa temporal proveniente del convento de Sanlúcar de Barrameda)
------------------------------------------Y
la próxima ¿podrías
ser tú?
Vivimos
muy unidas a las Parroquias de la localidad. Sus
sacerdotes son los que atienden la vida sacramental
y espiritual de cada una de nosotras, concelebran
en los momentos importantes de nuestra comunidad.
En nuestra casa se reúnen los jóvenes
para sus celebraciones, toda la comunidad se reúne
en convocatorias de oración. Por eso, nosotras,
nos sentimos también el corazón de
la vida de fe del pueblo de La Solana; nuestra oración
hace que las acciones pastorales den fruto y que
ese fruto dure.
Hoy, como ayer resuenan, las
palabras de Jesús a la samaritana cuando
le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quien
es el que te pide de bebe... y vuelven a resonar
de nuevo sobre cada una de nosotras, sedientas de
Dios, de lo infinito, de lo que es verdadero, auténtico
y que no pasa nunca. Por eso nuestro mayor deseo
es que todos los hombres lleguen a experimentar
el gozo de sentirse amados por Dios. El es el mayor
regalo. En nuestro corazón apasionado caben
tantas necesidades y problemas que vive el mundo
de hoy, vivimos inmersas en el mundo que nos ha
tocado vivir. Pero merece la pena vivir sólo
de Dios y para Dios.
Señor
Jesús:
tú nos dijiste venid a mí
los cansados y agobiados
que yo os aliviaré.
Alivia tantas necesidades humanas,
que todos los hombres te sientan cercano,
que vivan de Tí y para Tí.
Concede a los jóvenes
la realización de todas sus esperanzas,
y sobre todo que experimenten
que se es más dichoso dando que recibiendo,
y que el máximo gozo,
es dar la propia vida en servicio tuyo
y de tu Iglesia.
Señor, Tú que conoces todo,
ablanda los corazones de todos los hombres
consúmelos en el fuego de tu amor,
para que toda la existencia humana aquí
sea un canto de gloria a tu bondad,
y después podamos unir nuestras voces
a las de todos los Bienaventurados en el cielo,
para así alabarte eternamente
Virgen
María,
guárdanos siempre en tus caminos. AMEN.
"¿Qué
es la oración?
Vídeo
elaborado para un encuentro de jóvenes de
la diócesis
"DOMINICAS,
ESPACIO DE ESPERANZA"
Reportaje
sobre la vida de las Madres Dominicas con motivo
del premio "Galán 2013" que les
fue otorgado
Las
Madres Dominicas junto a la Cruz de los jóvenes
y el Icono de la Virgen María