CAPITULO XX
LAS OBRAS DE LA IGLESIA Y SU FINANCIACIÓN
ENTRE LOS AÑOS 1540 Y 1549.
L
En la década de los cuarenta todavía
quedaban numerosas obras por terminar en la iglesia
de Santa Catalina, ya que “estan por acabar
e de hacer en ella una sacristía, portada,
tribuna e torre”. Para poder realizar estas
obras se hace necesario pedir permiso a Su Majestad
para arrendar la dehesa que posee la villa y con
sus ingresos realizar las obras, como se ha hecho
con anterioridad. Para obtener el permiso hace
falta demostrar que es necesario dicho arrendamiento,
por lo que el licenciado Francisco de Villalta
González, justicia mayor de la provincia,
y Juan de Castro, alcalde ordinario de la villa
de La Solana presentan una provisión ante
el Consejo de Órdenes Militares solicitando
dicha licencia.
La
causa aducida para solicitar el arrendamiento
es el endeudamiento de la iglesia, que debe “treinta
mil maravedíes que tomaron prestados del
mayordomo de la ermita del Santo Sebastián”,
por lo que no puede seguir con las obras necesarias,
y como el concejo no tiene propios, ni rentas,
ni bienes, con lo único que puede ayudar
es con la dehesa que está cerca de la villa.
Dicha dehesa había sido arrendada los dos
últimos años con la licencia real,
y los maravedíes que ha rentado se han
gastado en obras de la iglesia, aunque como vemos
no han sido suficientes para afrontar las deudas
contraídas, entre otras razones porque
ha sido atacada por la langosta que ha asolado
la siembra de pan y viñas, debiendo ararse
para ayudar a eliminar dicha plaga. En estas tierras
se siembra pan (cereales), a la vez que es costumbre
pastar en la dehesa “los ganados de
los vecinos e moradores de la villa”
.(1)
Para verificar que todas estas informaciones son
ciertas se crea una comisión, formada por
un presidente, Pero Sánchez de Hernán
Pérez, y otras dos personas Francisco Villalta
y Alonso López. Esta comisión se
encargará de interrogar a los vecinos de
villa y comprobar los datos, realizando seis preguntas
a todos los testigos, siendo los primeros en comparecer
Juan de Castro, alcalde, y Juan Ruiz Díaz,
encargado de cobrar y recaudar todas las rentas
de cebada y centeno de la villa. Después
comparecerán numerosos vecinos entre ellos
el mayordomo de la iglesia de Santa Catalina,
Simón García y el de la ermita de
San Sebastián, Alonso Díaz.
La
primera pregunta del interrogatorio pide que se
haga una descripción de la dehesa y de
su uso, a lo que contestan que se encuentra en
las proximidades de la villa, y es propia del
concejo, no teniendo ninguna persona particular
derechos de pasto, soliendo hacerlo los vecinos
con sus ganados de labor, siendo esto así
desde hace unos cincuenta años más
o menos.
A
la segunda pregunta, en la que se pide una pequeña
descripción de la Iglesia y de sus necesidades,
contestan que es de la vocación de Santa
Catalina, y que tiene cuatro capillas que no se
encuentran en el cuerpo principal, y aunque está
terminado el cuerpo de la iglesia, para acabarla
del todo resta por hacer la torre de campañas,
una tribuna, la sacristía y las portadas,
siendo necesarias dichas obras “como
conviene a la villa según merece”,
debiendo ser buenas teniendo en cuenta su importancia,
y para poder terminar dichas obras son necesarios
al menos mil ducados (2),
y “para los restos de ello la misma
cantidad mas o menos”.
En
cuanto a la tercera pregunta se centra en la deuda
que tienen el concejo y la iglesia para ver si
es cierta, indicando los testigos que el concejo
de la villa tomó prestados treinta mil
maravedíes de la ermita de San Sebastián,
y no se han devuelto, ya que el mayordomo de dicha
ermita, Alonso Díaz, indica que si fuera
así tendría conocimiento de ello,
indicando además que los entregó
con licencia del vicario del partido y los recibió
por parte del concejo y de la iglesia de Santa
Catalina, el mayordomo de ésta última,
Simón García.
La
cuarta pregunta se refiere a la situación
en que se encuentra la dehesa, y si es cierto
que está asolada por una plaga de la langosta.
La respuesta de todos los vecinos es que “el
agosto pasado hubo mucha langosta”, indicando
muchos de ellos que lo saben a ciencia cierta,
pues han cultivado partes de ella. Por dicha causa
existe en la villa “recelo y temor”
por la siembra del año venidero, como ha
ocurrido en “otros tiempos y en años
pasados”, lo que hace necesario que
se actúe con prontitud, siendo el mejor
remedio que “se are la dicha dehesa
para que se extinga la langosta y de esta manera
no se pierda tiempo”, lo cual incide
en la necesidad que hay de autorizar el arrendamiento
de la dehesa a los vecinos, que serían
los encargados de quemar las hierbas y de ararla
para exterminar la plaga.
La pregunta siguiente se refiere a los bienes
y situación económica que poseen
tanto el concejo de la villa como la iglesia de
Santa Catalina, para dilucidar si es cierto que
carecen de los medios para llevar a cabo las obras.
Las respuestas sobre el ayuntamiento dejan claro
que éste no tiene propios, ni rentas, ni
le deben “cuentas pasadas para hacer dichas
obras y pagar lo que debe”, poseyendo sólo,
además de la dehesa, una almotacenía
(3)“que
puede rentar en cada un año tres ducados
cuando menos que no mas”. Sobre la
iglesia no hay una idea tan clara, ya que sus
rentas anuales son calculadas por unos testigos
en unos veinte mil maravedíes, mientras
que otros las elevan hasta los treinta mil, siendo
más fiable la última cifra pues
la aporta Simón García, mayordomo
de la iglesia. En lo que sí coinciden todos
es en que “gasta todo en cera y aceite
para alumbrar el Santísimo Sacramento y
en otros gastos que son necesarios y no puede
pasar sin ellos”, por lo cual carece
de ganancias y como consecuencia de ello de fondos
para acometer las obras. En estas respuestas hay
una tendencia a mostrar una situación económica
más precaria de la real, ya que como veremos
más adelante, la iglesia va incrementando
cada vez más el número de tierras
y el ayuntamiento acaba de acometer importantes
obras, aunque utilizando el repartimiento de los
gastos entre los vecinos, lo que muestra que en
el pueblo se vive un momento de clara prosperidad
económica.
La
sexta y última pregunta pide a los testigos
que den su opinión sobre el hecho en cuestión
que se está tratando: el arrendamiento
de la dehesa, a lo que contestan que sería
provechoso que se arrendase para labor de pan
“toda ella”, al menos durante
un periodo de seis años para tener tres
de ganancia(4)
, y además “haciendose asi los
vecinos de la villa no seran fatigados”
a causa de los duros años que han venido.
De esta forma con “lo que dieren en renta
de ello se pagara lo que se debe y se fagan las
dichas obras”(5)
.
Sin
embargo la comisión no se limita a los
interrogatorios, sino que se encarga de que se
presenten las tasaciones de las obras, mostrando
los proyectos existentes para la construcción
de la torre, más escueto, y los de la tribuna,
sacristía y portadas de la iglesia, más
pormenorizaros, así como las personas que
se encargaron de hacerlos, que muy posiblemente
serían las que comenzaran las obras, al
iniciarse éstas poco después de
ser presentados en el proceso.
Los tasadores, por su parte prometieron hacer
las tasaciones “bien e fielmente”,
ajustando las cantidades que serían precisas
para llevarlas a término. Veamos a continuación
dichas tasaciones:
Tasación
de la torre para las campanas:
“Los maestros de cantería Juan
de Baeça y Juan de Garnica para hacer la
torre, de los materiales que sean menester y de
la mano de obra, serán menester quinientos
mil maravedíes”(6)
.
Sacristia
de la Iglesia de Santa Catalina con sus muros
originales
Tasación
de la tribuna:
La tasación de tribuna se divide en dos
partes, por un lado los materiales y la mano de
obra de los alarifes para realizar los trabajos
de cantería y albañilería,
mientras que por otro lado está el proyecto
realizado por los maestros carpinteros, en el
que se incluyen las maderas y materiales, así
como la mano de obra, quedando en conjunto de
esta forma:
-
“De
sacar la piedra de la tribuna en la cantería,
quinze mil maravedíes.
-
De mano de obra, veynte e cinco mill maravedíes.
-
De cómo la razón a menester cinco
mill ladrillos a maravedí cada uno son
cinco mill maravedíes.
-
De diez cahices(7)
de yeso a seis reales el cahiz, montan dos mill
quarenta maravedíes.
-
En fanegas de cebada, dos mill setecientos quarenta
maravedíes
-
De ayendo tablones de madera para la dicha tribuna
e otros materiales, diez mill maravedíes”.
-
“Otrosy
por Juan de Orihuela e Domingo de Almaçan
maestros de carpintería para la dicha
tribuna:
-
Veynte
mollejones(8)
de a dos ducados cada uno, que se an de
traer de la sierra de Alcaraz que montan
quinze mill maravedíes.
-
Cuatro mollejones(9)
para el antepecho , a ducado cada uno, mill
quinientos maravedíes
-
De sesenta origales? a veynte maravedíes
cada uno cuentan mill e dozientos maravedíes.
-
De cuatro dozenas de tablones de madera
a real que montan mill e quinientos maravedíes.
-
De tablazón para lo susodicho, quatro
ducados (1.500 maravedíes).
-
De entallar dicha madera e de las manos
del maestro treinta ducados (11.250 maravedíes)”(10)
.
El proyecto nos permite, con la salvedad de carecer
de una descripción de la obra ya finalizada,
de hacernos una idea de cómo se proyectó
la tribuna de la iglesia, que se encargaría
de sustituir a la anterior, citada a principios
de siglo y que sería muy sencilla. La nueva
tribuna tendría una subida de escaleras
realizada de obra y unas columnas de piedra para
su sujeción, como nos indica la primera
parte del proyecto, mientras que la parte superior
estaría asentada sobre travesaños
de madera, y la baranda estaría formada
por cinco cuerpos, separados por cuatro travesaños,
y entre cada uno de ellos se situarían
doce pequeños listones de madera, mientras
que el suelo estaría formado por cuarenta
y ocho tablones. El coste total de la obra alcanzaría
los noventa y un mil setecientos treinta maravedíes.
A
continuación realizan la tasación
de la sacristía de la siguiente forma:
-
“De
sacar la piedra para la dicha sacristía
quince carretadas de piedra labrada para las
esquinas que montan ocho mill maravedíes
por los dichos Juan de Orihuela e Domingo de
Almaçan.
-
Es menester doze mill maravedíes de piedra
para la mampostería.
-
De cal trescientas fanegas a medio real la fanega
que montan cinco mil cien maravedíes.
-
De manos para la obra seis mill maravedíes.
-
Es menester de la madera para la dicha sacristía
cinco mollejones e son de traer de la dicha
sierra (de Alcaraz) con otros de costa dos ducados
cada uno, 3.700 maravedíes.
-
Cuarenta cuartones que se an de traer de la
dicha sierra a dos reales cada uno, montan ochenta
reales (2.720 maravedíes).
-
Diez docenas de ripias
(11) que
se an de traer de la dicha sierra a medio ducado
la docena que montan, mill e ochocientos e setenta
e cinco maravedíes.
-
Para el segundo suelo diez maderos de un ducado
cada uno que montan tres mill e setecientos
e cincuenta maravedíes.
-
E otras diez dozenas de ripias para el dicho
segundo suelo de
dicha sierra montan mill e ochocientos e setenta
e cinco maravedíes.
-
Quarenta cuartones (cuarterones)(12)
al dicho precio que montan para los dichos suelos,
dos mill e setecientos e veynte maravedíes.
-
Otras diez dozenas de ripias para la techumbre,
al traer al dicho preçio, montan mill
e ochocientos e setenta e cinco maravedíes.
-
Dos mill tejas para la dicha sacristía,
mill e quinientos maravedíes.
-
Para el maestro que hizo unas puertas moldadas,
treinta ducados (11.250 maravedíes).
-
De clavazón para el susodicho, tres ducados
(1.125 maravedíes)”(13)
.
El
proyecto de la sacristía asciende a otros
sesenta y tres mil cuatrocientos noventa maravedíes,
correspondiendo la parte más importante
del presupuesto a la piedra (20.000 maravedíes),
la mano de obra (17.250) y la madera.
Finalmente vamos a ver el último de los
proyectos que habían presentado: las portadas
principales de la iglesia, cuya tasación
se divide en dos partes.
“Tasación de la cantería
de las portadas principales de la dicha iglesia.
Para los dichos maestros (Juan de Baeza y Juan
de Garnica) que dan fundamento en la dicha iglesia
que an menester de ochenta mill maravedíes
para cada una de dichas portadas, que montan ciento
e sesenta mill maravedíes”
Tasación
de la madera de las puertas:
-
“Las
puertas de las portadas de la dicha iglesia
se tasaron por Juan de Orihuela y Domingo de
Almaçan en 3.265 maravedíes
-
Veynte e ocho tablones de madera para las puertas
que montan 2.955 maravedíes.
-
De manos de los maestros, 18.000 maravedíes.
-
De otros materiales, 12.000 maravedíes.
-
De abrazaderas y tejuelas para las dichas puertas,
3.000 maravedíes”(14)
.
El coste de dos portadas principales de la iglesia
alcanzarían casi los doscientos mil maravedíes
(199.220), lo que hace que el total de las tasaciones
asciendan a más de 850.000 maravedíes,
cantidad muy alta que superaba las posibilidades
inversoras inmediatas del concejo y la iglesia,
y que formarán parte de un proyecto a largo
plazo, siendo realizado en varias décadas,
aunque algunas de las obras se comenzarán
de inmediato, como la sacristía y la tribuna.
Los maestros de cantería Juan de Baeza
y Juan de Garnica y los maestros carpinteros Juan
de Orihuela y Domingo de Almazán dieron
fe bajo juramento que todas las tasaciones realizadas
por ellos “son ciertas y verdaderas”.
Una
vez vistas las declaraciones de todos los testigos,
el licenciado Montario, alcalde mayor del partido
del Campo de Montiel, decide el 19 de octubre
en Villanueva de los Infantes, y vistas que las
alegaciones presentadas por el concejo de La Solana
son ciertas, apoyar su demanda para poder arrendar
para pan la dehesa perteneciente al concejo durante
seis años, y de esta forma “poder
remediar las necesidades arriba contenydas”
y que “puedan sacar los dineros que son
menester para pagar los gastos susodichos”.
La autorización es dada “por
seis años o los que sea menester”,
haciéndose pública en la plaza y
lugares de costumbre, y en la iglesia el primer
domingo siguiente para que el arrendamiento se
haga efectivo.
Vista
aérea de La Solana y sus alrededores
Una
vez arrendada la dehesa, en pocos años
se podrá pagar la deuda y comenzar las
obras, como veremos en los capítulos siguientes.
El arrendamiento de la dehesa era el mecanismo
utilizado por el concejo para ayudar a realizar
las obras necesarias para la conclusión
de la iglesia, y se llevaba a cabo desde comienzos
del siglo XVI, encontrando en 1510 datos en las
cuentas sobre los ingresos procedentes de su arriendo,
llegando al año 1572 todavía pidiendo
el arrendamiento de una parte para rematar las
obras.
Otro
dato que observamos es una plaga que amenaza las
cosechas, la langosta, y la forma que se utilizaba
para erradicarla, consistente en la quema de las
tierras y su posterior arado, con el objeto de
terminar con la langosta y con sus posibles larvas.
Una muestra de la persistencia de dicha plaga
es la existencia de un voto de guardar el día
de San Agustín “y dan una caridad
a los pobres este dicen que se hizo porque Nuestro
Señor quitase la langosta que había
en la tierra”. Había además
voto por San Cosme y San Damián para guardar
los frutos de otras plagas que asolaban los campos:
el gusano y el cuquillo (15)
.
El
arrendamiento y los pastos no eran la única
utilidad que aportaba la dehesa a los vecinos
de La Solana, como nos muestra el mandato que
dan los oficiales del concejo a comienzos del
mes de febrero de 1531, en el que autorizan que
se puedan cortar dos ramas de cada encina para
alimentar a los bueyes y para leña. Dicha
autorización(16)
es válida hasta finales de dicho mes, imponiéndose
una pena de 200 maravedíes a quien corta
más ramas de lo permitido y de 600 a quien
las corte después de la conclusión
del plazo de autorización . Una vez que
no sea necesario el arrendamiento de la dehesa
para las obras de la iglesia se seguirá
utilizando para la realización de otras
obras públicas, y de esta forma el 14 de
septiembre de 1607 se pide licencia para arrendar
la dehesa con el objeto de arreglar el camino
de Villanueva de los Infantes(17).
El
arrendamiento de las dehesas pertenecientes a
los concejos era una práctica habitual
en todos los pueblos de la comarca, y muchos de
ellos utilizaban los ingresos para reparar o edificar
la iglesia parroquial, pudiendo citar entre otros
el ejemplo de Villanueva de los Infantes, que
en 1522 solicita autorización para arrendar
dos dehesas pertenecientes al Concejo: la dehesa
vieja y la del Monte, con el objeto de construir
dos capillas, dos portadas y una torre que le
faltaban a la iglesia; y para no perjudicar a
los ganaderos se pide el arrendamiento de la dehesa
del Monte entera y la mitad de la vieja, dejando
la otra mitad para el ganado(18)
. En Albadalejo, se actuó de igual forma
arrendando en 1575 el Concejo una de las dos dehesas
que poseía: el Carrascal, por unos mil
reales “e que ese dinero conforme a la licencia
e real provisión de Su Majestad se gasta
en la obra de la iglesia”(19)
.
.
NOTAS.
1.ARCHIVO
HISTÓRICO NACIONAL (AHN). Archivo Judicial
de Toledo. Santiago. Legajo 21.530. 1546. Petición
de arrendamiento de la dehesa de La Solana para
realizar obras en la iglesia.
2.
Un ducado equivale a 375 maravedíes.
3.
La almotacenía era una especie de tienda
u oficina del ayuntamiento, donde se comprobaban
los pesos y medidas de los productos.
4.
En estos años se utilizaba como forma de
cultivo el sistema de rotación anual conocido
como “año y vez” que consistía
en cultivar un año la tierra y al siguiente
dejarla en barbecho para que se recuperara, con
lo que se sembraba cada dos años.
5
AHN. Archivo Judicial de Toledo. Santiago. Legajo
21.530. 1546. Interrogatorio de los testigos.
6.
Ibídem. Tasación de la torre de
las campanas.
7.
El cahiz es una medida de peso usada para el yeso,
y que equivale a unos 690 kilogramos. También
se utilizaba como medida de capacidad para los
áridos.
8.
Los mollejones son piedras de amolar redondas,
aunque en este caso hacen referencia a una especie
de grandes vigas de piedra o madera, que servirían
para sustentar la obra
9.
El antepecho es una baranda que se pone en una
zona alta, con el objeto de poder asomarse sin
peligro.
10.
AHN. Archivo Judicial de Toledo. Santiago. Legajo
21.530. 1546. Tasación de la tribuna de
la iglesia.
11.
Las ripias son tablas delgadas, de formas desiguales
y sin pulir.
12.
Los cuarterones son cada uno de los cuadros que
hay entre los peinazos de las puertas o ventanas.
También reciben ese nombre las puertas
pequeñas de algunas ventanas.
AHN. Archivo Judicial de Toledo. Santiago. Legajo
21.530. 1546. Tasación de la 13.sacristía
de la iglesia.
14.
Ibídem. Tasación de las portadas
de la iglesia.
15.
VIÑAS MEY, Carmelo y PAZ, Ramón:
Relaciones histórico-geográficas-estadísticas
de España ordenadas por Felipe II. Ciudad
Real. Centro Superior de Investigaciones Científicas.
Madrid, 1971, pág. 485 y 486.
16.ARCHIVO
HISTÓRICO MUNICIPAL DE LA SOLANA (AHMLS).
Signatura 1534. Libro de decretos del Ayuntamiento
de La Solana 1520-1531. Acuerdos de febrero de
1531.
17.AHMLS.
Libro 19. Libro de acuerdos y decretos del Ayuntamiento
de La Solana 1604-1610. Acuerdos de 14 de septiembre
de 1607.
18.FLORES
GUERRERO, Pilar: “Apuntes par el estudio
de la iglesia parroquial de San Andrés
de Villanueva de los Infantes” en Cuadernos
de Estudios Manchegos nº18, II época.
Ciudad Real, 1988, pp. 122, 123 y 124.
19.VIÑAS
MEY, Carmelo y PAZ, Ramón: Op. cit., pág.
5.
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