CAPITULO XXI
LAS
CUENTAS DE SANTA CATALINA A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
La
visita realizada el 29 de enero de 1550 nos va
a permitir conocer el estado de las cuentas de
la iglesia de Santa Catalina, sus ingresos y los
gastos más importantes que tenía
que acometer. Su mayordomo en esos momentos era
Hernán López de Santaelena, que
había presentado con anterioridad a la
llegada de los visitadores de la Orden de Santiago,
las cuentas al vicario del Campo de Montiel, el
13 de mayo de 1549, con un alcance de ochenta
y cinco mil novecientos noventa y tres maravedíes
y medio, faltando por recaudar cinco mil, que
dio Gil Rodríguez a la iglesia, diez mil
que donó el difunto Francisco Ruiz para
una capa y otros veinte mil de Alonso Mateos que
mandó para hacer otra capa y que están
por cobrar de sus herederos(1)
.
En
ese año se obtenían importantes
ingresos del arrendamiento de la dehesa, tras
conseguir una autorización para cultivarla
en 1546, y que en el último año
había supuesto para la iglesia unos ingresos
de noventa y seis mil trescientos cincuenta maravedíes
“que se rremataron sacados los prometidos
de la dehesa de la villa que se arrendo par la
dicha iglesia con licencia de Vuestra Majestad”.
Sin embargo había otros recursos que completaban
los importantes ingresos de la iglesia en esos
momentos:
--La venta de una viña, que había
donado el difunto Pedro López Conde, supuso
diez mil setecientos maravedíes.
--Las luminarias de Nuestra Señora y del
Corpus Christi “que se remato” en
mil novecientos siete maravedíes.
--Veintiséis mil maravedíes del
excusado del año mil quinientos cuarenta
y nueve, que fue del regidor Juan Díaz.
--La venta de trece fanegas y cinco celemines
de trigo, de las tierras de la iglesia, supuso
una entrada de cinco mil treinta y un maravedíes
y medio, vendiéndose cada fanega a un ducado
(375 maravedíes).
--Cuatro mil quinientos cuarenta y nueve maravedíes
que “paresce que ha recibido de la lumbraria
de Santa Catalina del año pasado”,
y del alquiler de la casa de la iglesia y “de
otro alquiler de la casa que hera de Mateo de
Vega” y de otras casas que tiene la iglesia.
--Catorce reales “por que se alquilo la
casa de Mateo de Vega que es de la iglesia”.
--Los rompimientos de sepulturas era otra fuente
de ingresos, desde hacía muchos años,
aunque su peso en las cuentas cada vez es menor,
suponiendo en este año doscientos ochenta
y ocho maravedíes.
Sin embargo no todos los ingresos son en metálico,
ya que se incluyen en las cuentas veinticuatro
fanegas y dos celemines de trigo, a las que hay
que sumar otras doce fanegas y ocho celemines
“del alcance que les izo el Vicario de la
dicha cuenta de los terrazgos de las tierras de
la dicha iglesia”, junto con ocho fanegas
y tres celemines y medio(2)
.
La
suma de todos los ingresos arroja un total de
doscientos treinta y un mil doscientos noventa
y cuatro maravedíes, más las cantidades
de trigo y cebada antes citadas, lo que supone
un importante salto cualitativo en los ingresos
de la iglesia, obtenidos sobre todo por el arrendamiento
de la dehesa, el producto de las tierras de la
iglesia, que como veremos más adelante
habían aumentado de forma espectacular,
y una importante mejora, tanto en la cantidad
como en la calidad, de las donaciones hechas por
los vecinos de la villa.
Los
ingresos de la dehesa representan algo más
de un cuarenta por ciento del total, lo que nos
indica una mayor diversificación de los
mismos, siendo en otros momentos su peso mucho
mayor, sobre el total de los ingresos. El ascenso
de algunas rentas nos muestra el crecimiento económico
que se vive en esos años, aunque también
representa una importante subida de precios que
acabará lastrando la economía española
a medio y largo plazo. El valor de las luminarias
es mayor y a ello hay que sumar el alquiler de
casas, que ha recibido la iglesia de donaciones
particulares. El dezmero excusado se ha multiplicado
por tres veces y media en el lapso de veinticuatro
años, pasando de los siete mil cuatrocientos
maravedíes en que se valoró en 1525(3)
hasta los veintiséis mil obtenidos en 1549(4)
. El total de ingresos de la iglesia se había
multiplicado por 2,5 en apenas veinte años
(1530 y 1549), contando en ambos casos con beneficios
procedentes de la dehesa.
Donde
podemos ver la fuerte subida de los precios, es
en un producto de primera necesidad: el trigo.
El precio de la fanega, en 1524 se situaba entre
los 139 y los 170 maravedíes(5),
mientras que la de cebada oscilaba entre los 80
y los 102 maravedíes(6)
. En 1535 el precio se mantenía estable
costando una fanega de trigo 152 maravedíes
. Sin embargo en 1550 el precio de la fanega se
había disparado hasta los nueve reales
(306 maravedíes), en que vende su trigo
la ermita de San Sebastián, e incluso un
ducado (375 maravedíes) por fanega que
es el precio conseguido por la iglesia de Santa
Catalina, diferencia de precio que estaría
propiciada por un momento de escasez, motivada
por la langosta o la sequía. Sin embargo
la subida de un 100% del precio de los cereales
está causada por un factor externo, la
masiva llegada de metales preciosos desde América,
lo que propició una fuerte subida de precios(7)
.
La
dehesa de la villa seguía siendo una importante
fuente de ingresos para las obras de la Iglesia
La
mejora de la situación económica
vivida en los años 20 y 30 del siglo XVI,
se había debido a la conjunción
de un periodo de buenas cosechas, unido a un aumento
de la productividad. En esos años la entrada
de oro y plata procedente de las Indias había
sido mínima, sin embargo a partir de 1530
comenzó a afluir el oro y en especial la
plata en grandes cantidades, lo que supuso una
subida de precios en todo el país, ascendiendo
éstos un 106,16% en la primera mitad del
siglo(8),
aunque el aumento tuvo lugar sobre todo en las
dos últimas décadas del período,
y continuó durante la segunda mitad del
siglo con una nueva duplicación del valor
de los precios, lo que hizo que éstos se
cuadruplicaran a lo largo del siglo . Si tenemos
en cuenta que las oscilaciones de los precios
en estos años solía ser baja, este
hecho tuvo dos consecuencias para la economía
española: por un lado al subir los precios
de las materias primas agrarias, los beneficios
de los propietarios de tierras sufrieron un fuerte
aumento, mientras que por otro estaba lastrando
las manufacturas e industrias españolas,
que ante la fuerte subida de las materias primas
no podían competir con los productos ingleses
y holandeses, a la vez que la circulación
de metales preciosos, que provocaban la subida
de precios, no se quedaban en la Península,
sino que iban a parar a los mercados financieros
controlados por banqueros alemanes, flamencos
y genoveses, con el objeto de financiar el esfuerzo
militar de la monarquía hispánica.
Como hemos visto esta subida de precios afectó
también a La Solana, y el hecho de que
su economía se basara en la agricultura,
le supuso un fuerte incremento de beneficios a
corto y medio plazo, aunque la debilidad económica
de todo el Estado le acabará afectando
a finales del siglo XVI.
En los años centrales del siglo se pusieron
en cultivo nuevas tierras, ante la posibilidad
de beneficios, y la iglesia de Santa Catalina
que se había convertido en una importante
propietaria de estos bienes, estaba viviendo una
saneada situación económica, que
le permitió la realización de notables
mejoras, como serían la torre, la sacristía,
la tribuna o el retablo, así como la terminación
de las obras del edificio.
Los gastos presentados por el mayordomo de la
iglesia fueron de ciento cuarenta y cuatro mil
ciento ochenta y ocho maravedíes, que se
repartieron de la siguiente manera:
-- Siete mil ciento doce maravedíes en
“costo de madera y manos de la tribuna donde
se a de poner el órgano”.
-- Cuarenta y ocho mil ochocientos setenta y nueve
maravedíes que “costaron los horganos
con el traer y costos que si hicieron”.
-- Veintitrés mil ochenta y cuatro maravedíes
“del hazer de la cruz mediana y de la plata”
que se ha necesitado para “adobarla”
(recubrirla del metal).
-- Veintiún mil novecientos cuarenta y
dos maravedíes “que se gastaron en
cal e piedra e maestros que hizieron la sacristía
y la canteria della”.
-- Al mayordomo de la bula de San Sebastián
le pagaron los treinta mil maravedíes que
le debían, y que había sido una
de las causas alegadas en 1546, para mostrar la
necesidad que tenían el concejo y la iglesia
de arrendar la dehesa.
-- Mil quinientos maravedíes “que
dieron de salario a la labandera que laba la ropa”
de la iglesia.
-- Tres mil maravedíes “a los maestros
que adobaron (repararon) la capilla de Juan de
Salazar, el adobo de la qual pertenece a la iglesia,
por rrazon que da cuatrocientos maravedíes
de censo cada un año”.
-- El resto de los gastos se hacen en “azeyte,
zera y ençienso clavos y alfileres y otros
gastos de por menudo según quedo”
constancia de todos ellos en los libros que le
fueron presentados por el mayordomo a los visitadores.
También se incluyen en los gastos trece
fanegas y cinco celemines de trigo que fueron
vendidas, habiendo sido consignado el dinero obtenido
por ellas en los ingresos (9).
Una
vez restados los gastos a los ingresos, quedó
como resultado a favor de la iglesia la cantidad
ochenta y siete mil maravedíes y medio
en dinero, mientras que en especie quedaban diez
fanegas y nueve celemines de trigo, junto a ocho
fanegas y tres celemines de cebada.
Los
visitadores consideran que las cuentas presentadas
por el mayordomo son “ciertas y verdaderas”,
procediendo a llevar a cabo el relevo en la mayordomía
de la iglesia, nombrando como nuevo mayordomo
a Bernardo Díez, vecino de la villa.
Sin
embargo quedaban algunos flecos en las cuentas,
debiendo el nuevo mayordomo restar a los beneficios
siete reales (238 maravedíes) “del
alquiler de la casa de Mateo de Vega que paresce
averlos dado en quenta”, así como
los mil noventa maravedíes “del gasto
que hizo el vicario y sus oficiales quando le
tomo la quenta”. Por otro lado, hay que
sumar varios pagos que están pendientes
de cobro: “veintitrés rreales que
debe Gracia Hernandez del pan de la lumbraria
que se remato y que se cumple el plazo para todos
los santos de este año” y setecientos
cincuenta maravedíes “que debe de
la lumbraria de Nuestra Señora, Hernando
Palomo el moço que se rremato” debiendo
el pan de mes y medio, pues los otros diez y medio
restantes del año los había encargado
Francisco González Carbonero. Finalmente
debe Francisco Sánchez otros doscientos
setenta y dos maravedíes “del pan
de señora Santa Catalina”, cumpliendo
su pago, al igual que en los dos casos anteriores,
el día de Todos los Santos (10).
La
buena situación económica permitió
hacer mejoras en la iglesia"
Los
gastos en estos años se centran en las
obras de mejora de la iglesia, habiendo realizado
la sacristía y comenzado las obras de la
tribuna, al tiempo que se han comprado los órganos
que se situarán en la misma, que es uno
de los gastos más altos que se realizan,
al tiempo que se saldan las deudas contraídas
con la ermita de San Sebastián, y que se
arrastraban desde hacía varios años.
Las
mejoras no van dirigidas sólo al edificio
eclesiástico, sino también a sus
ornamentos, cuyo valor de compra es donado por
vecinos de la villa, como vimos al comienzo con
dos capas, valoradas en diez y veinte mil maravedíes.
Durante el tiempo pasado desde la última
visita realizada por los enviados de la Orden
de Santiago, se ha producido un notable incremento
de los mismos. En los objetos de plata se observan
dos adquisiciones: un cáliz que “pesara
dos marcos” y una sobrecopa que “se
lleva sobre un caliz cuando van a dar el Santisymo
Sacramento que pesa dos marcos bien labrada”.
Las mejoras de las vestimentas han sido mucho
más numerosas y variadas:
--
Una capa de damasco blanco con cenefa de imaginería
y su capilla(11)
de oro fino.
-- Otra capa de terciopelo verde con cenefa y
capilla de oro fino de imaginería buena.
-- Un manto para cuando llevan el Santísimo
Sacramento, de terciopelo carmesí bordado
alrededor por cenefa de raso amarillo al romano(12)
, con su capilla de hilo de plata, bordadas las
cinco plagas y tres clavos.
-- Una casulla de brocales anaranjados con cenefa
de imaginería con su alba, estola, manípulo
y faldones de terciopelo carmesí.
-- Un frontal de damasco negro con una cruz bordada
en medio, de damasco anaranjado, con frontaleras
de damasco anaranjado.
-- Dos dalmáticas(13)
de terciopelo negro, con faldones de terciopelo
verde, y con sus cordones de seda de grana y collares
verdes.
-- Una casulla de fustán(14)
visado blanca, con unas tiras de terciopelo azul
por cenefa, dotada con su alba, estola y manípulo.
-- Dos casullas de paño, la una morada
y la otra negra con su cenefa de raso dorado.
-- Una casulla de paño escarlatina(15)
colorado, con cenefa de terciopelo negro.
-- Una casulla de paño de pelderrata(16)
, con cenefa de terciopelo grana.
-- Una casulla de paño negro de velarte(17)
, con cenefa de terciopelo grana.
-- Una casulla de media grana, con cenefa de terciopelo
negra.
-- Una casulla de velarte, con cenefa de terciopelo
de damasco y unos vivos blancos.
-- Una casulla de palmilla(18)
leonada, con un espiral de terciopelo negro por
cenefa.
-- Una casulla de palmilla leonada, con cenefa
de saetín(19)
verde.
-- Una casulla de paño velarte, con unas
tiras de raso negro y unos vivos blancos por cenefa.
-- Una manga de terciopelo negro, bordaba de raso
amarillo y colorado, y con las insignias de la
pasión y dos calaveras(20)
.
La
explicación de tantas adquisiciones para
el vestuario de la iglesia no puede tener sólo
por objeto poseer unos atuendos más lujosos
y variados, acordes con el poder económico
que iba consiguiendo la iglesia, sino que sería
provocado por el aumento de los sacerdotes y clérigos
destinados en ella, como iremos viendo en los
próximos capítulos.
NOTAS.
1
ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL (AHN). Sección
Órdenes Militares. Santiago. Libro 1085C.
Visita de 1550, pp. 1119 y 1120.
2 Ibídem,
pp. 1120 y 1121.
3 AHN. Sección
Órdenes Militares. Santiago. Libro 1080C.
Vista de 1525, pág. 484.3
4AHN. Sección
Órdenes Militares. Santiago. Libro 1085C.
Visita de 1550, pág. 1120.
5 AHN. Sección
Órdenes Militares. Santiago. Libro 1080C.
Visita de 1525, pág. 484 y 487.
6 AHN. Sección
Órdenes Militares. Santiago. Libro 1082C.
Visita de 1535, pp. 74 y 83.
7 La teoría
sobre la revolución o subida de precios
provocada por la masiva afluencia de metales preciosos
desde América fue enunciada por el historiador
y economista norteamericano Earl J. Hamilton en
su obra “The American Treasure and the Price
Revolution in Spain 1501-1650”, publicada
en 1934 por la Universidad de Harvard.
8 LYNCH, John: España
bajo los Austrias. Imperio y Absolutismo (1516-1598).
Ediciones Península. Barcelona, 1993, pp.
164 y 165.
9 AHN. Sección
Órdenes Militares. Santiago. Libro 1085C,
Visita de 1550, pp. 1121 y 1122.
10 Ibídem,
pp. 1122 y 1123.
11 La capilla es
una capucha sujeta al cuello de las capas, mantos
o hábitos.
12 Al romano significa
que es cerrado y con mangas.
13 La dalmática
es una vestidura sagrada que se ponía encima
del alba, cubriendo el cuerpo tanto por delante
como por detrás y los brazos con unas mangas
anchas y abiertas.
14 El fustán
es una tela gruesa de algodón, teniendo
pelo por una de sus caras.
15 La escarlatina
es una tela de lana, similar a la serafina, y
que recibe ese nombre por ser de color rojo o
carmesí.
16 Deformación
del termino “piel de rata”, que se
refiere a una capa realizada con piel de ganado
caballar, de color gris ceniciento, semejante
al pelo del ratón, de ahí que tomara
ese nombre.
17 El velarte es
un paño enfurtido y lustroso, de color
negro, que se utilizaba para hacer capas, sayas
y otras prendas de abrigo.
18 La palmilla es
un género de paño, que solía
labrarse en Cuenca.
19 El saetín
es una tela de seda o raso.
20 AHN. Sección
Órdenes Militares. Santiago. Libro 1085C,
Visita de 1550, pp. 1110, 1111 y 1112.
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