FUNDACION
DE LA
ERMITA DEL CRISTO DEL AMOR
Hasta
ahora hemos visto el origen de varias ermitas de la localidad,
que todavía podemos contemplar en
la actualidad, pero por desgracia en otros casos éstas
se han perdido, y no por ello debemos de olvidarnos de
estos edificios religiosos que durante siglos han formado
parte importante de la historia de La Solana, y que todavía
están en la mente de muchas personas.
Un
claro ejemplo de ello lo encontramos en la ermita del
Cristo del Amor, que por desgracia fue derribada en agosto
de 1972, para realizar un bloque de pisos y de cuyo recuerdo
sólo queda en la actualidad una pequeña capilla
de reciente construcción y la memoria que de aquella
queda a todos los solaneros que nacieron con anterioridad
a su destrucción. Sin embargo, este edificio alcanzó gran
importancia en algunos momentos, llegando a rivalizar incluso
con la parroquia. Por todo ello y porque pensamos que la
peor muerte es el olvido, en este artículo vamos
a estudiar el origen de dicha ermita a mediados del siglo
XVI, el cual fue un tanto curioso, ya que en realidad no
fue planteada su construcción como ermita, sino
que nació al calor de un hospital, al que prestaría
servicios religiosos, aunque con el tiempo sobrepasó con
creces la función para la que fue creada, siendo
una de las ermitas más importantes de la villa y
que además tuvo otra nota curiosa, pues cambió varias
veces de denominación, siendo llamada en un principio:
Nuestra Señora de la Asunción o Madre de
Dios, para a continuación llamarse de la Concepción
y finalmente adoptar el nombre de Cristo del Amor.
Entre
los años 1507 y 1511, se había fundado
un hospital en La Solana, en una casa cedida por Sancho
López, cuya administración habían
encargado los visitadores de la Orden de Santiago al Concejo
de La Solana, aunque dicho hospital no será el único
existente en la villa, pues a mediados del siglo XVI surgirá otro,
procedente como el anterior de una donación(1).
En
el caso que nos ocupa, es el bachiller Juan Díaz
Sabina, clérigo de la Orden de Santiago y sus cuatro
hermanas, quienes deciden fundar un hospital en unas casas
de su propiedad, que habían recibido en herencia
de su padre, situadas en lo que en la actualidad es la
calle Rasillo del Cristo del Amor. El objetivo de los hermanos
es: “hazer ospital y acogimiento de pobres” y
para ello habían “labrado en las dichas
casas una pieça y capilla donde pudiesen dezir misa
a los pobres que en el estuvieren”. Además
están dispuestos a dotar dicho hospital con una
casa quintería, que se encuentra en el término
de Alhambra, en el sitio que dicen “La Calera”,
con 120 fanegas de sembradura de trigo y una viña
situada en el camino de Villanueva de los Infantes, que
tenía 1.800 vides, lindera con otras dos viñas,
una de Juan Díaz de Elvira Díaz y otra de
Hernando Abad. El clérigo incluso ofreció el
patronazgo del hospital a la Orden de Santiago(2).
El
permiso Real llegará el 22 de marzo de 1550,
tras ordenar Carlos I a los visitadores de la Orden de
Santiago: Sánchez Carvajal, gobernador del Campo
de Montiel, y Juan Muñoz, freyle de la Orden y cura
de Cehegín, que reconocieran la casa que iba a ser
hospital así como la capilla, concediendo licencia
para su realización, quedando sujeto al Rey y por
delegación a los maestres y administradores de la
Orden de Santiago, ordenando a las autoridades del Campo
de Montiel y de la villa de La Solana que no pusieran impedimento
alguno en la realización del hospital.
En la carta, el Rey da permiso para bendecir y poder decir
misa a los vecinos en una “pieça e capilla” que
se había construido en las casas donde se pensaba
instalar el hospital(3),
y que fueron el origen de la ermita que con el tiempo se
convertiría en la del Cristo del Amor.
El
hospital tenía la siguiente distribución:
en la planta baja había tres habitaciones para sacerdotes
pobres que se encontraran de paso y dos piezas para recoger
a los pobres, ascendiendo por una escalera a un piso superior
en el que había cuatro habitaciones en las que vivían
cinco viudas pobres; debajo de la escalera se encontraba
una cueva, en la que se conservaba el vino que los religiosos
franciscanos de Infantes recogían de las limosnas.
Al
lado del hospital se encontraba la ermita, que era de
una gran sencillez, cubierta a dos aguas, contaba con
un altar y un retablo, a los lados un crucifijo y una imagen
de la Virgen, encontrándose algunos pasos del Señor
pintados en las paredes(4).
Aunque
en un principio había nacido como un hospital
que tendría una pequeña capilla para que
los pobres y pasajeros oyeran misa, en realidad se había
estructurado como una ermita con un hospital anejo, especializado
en la atención a mujeres pobres y viudas, siendo
además una especie de posada para los frailes que
iban de paso por la villa: “Hay otro hospital
en el cual hay cuatro o cinco aposentos en los cuales se
recibe para vivir en ellos mugeres pobres y honestas y
es posada de frailes esta junto e pegada a la ermita de
Nuestra Señora de la Asunción”(5).
No
sabemos si fue un objetivo oculto de los fundadores o
una actuación espontánea de los habitantes
de la localidad, pero en pocos años la capilla creada
para decir misa a los pobres, se convirtió en una
ermita pujante a la que cada vez acudía más
gente a oír misa, lo que provocó la airada
reacción del cura de la parroquia de Santa Catalina,
la única existente en la villa y que veía
peligrar su preeminencia y exclusividad.
La
llegada de un nuevo cura a la parroquia de Santa Catalina,
D. Pedro Pastrana, llevará al enfrentamiento; por
ello el 20 de diciembre de 1560, el bachiller y visitador
de la Orden de Santiago, Don Lope Carrillo de Figueroa,
en nombre del cura de la villa presenta una denuncia ante
el Consejo de Órdenes Militares, en la que pide
se prohíba decir misa en cualquier ermita sin licencia
del cura de la villa, porque los vecinos no acuden a la
iglesia parroquial, dejando de oír: “los
divinos oficios y sermones y admonestaciones neçesarias
de oyr para la salvacion de sus aninas”. En
el escrito se deja entrever cómo el clérigo
Juan Díaz de Sabina le está haciendo una
fuerte competencia a la iglesia parroquial(6).
Ante
la denuncia presentada a comienzos de enero de 1561,
se notifica al resto de los clérigos que había
en ese momento en La Solana: Rodrigo Martínez, bachiller
Mexía, Juan Díaz, Alonso Sánchez y
Alonso López, e incluso al sacristán Juan
Pérez de Monguía, que se abstengan de decir
misa en la ermita(7).
El
letrado D. Lucas Carrión, en nombre del clérigo
Juan Díaz de Sabina, presentará una carta
el 4 de marzo de dicho año, indicando que le han
prohibido tanto a él como a cualquier otro clérigo
que diga misa “en ningun dia del año”,
lo cual es injusto y contrario a la autorización
dada por el Rey, informando que no ha tenido ningún
problema con los curas anteriores, siendo éste el
que le prohíbe: “que alli se entierren
difuntos, ni se digan misas en los dias de fiesta”,
cuando debe ser obligación de los curas el atender
y dar hospitalidad a los pobres y necesitados, y no incitar
a los alcaldes y oficiales a ocupar el hospital como si
fuera un propio de la villa, cuando éste pertenece
a la Orden, siendo injusto que los oficiales del Concejo
se apoderen de las casas del hospital echando a los pobres
fuera y dejándolos desamparados(8).
Dos
semanas después, el bachiller Juan Díaz
de Sabina dice no haber cometido falta alguna ya que obtuvo
licencia para hacer un hospital y capilla, pudiendo decir
misa en ella y que el cura le tiene mala voluntad, por
lo que ha insistido en su prendimiento, aunque no quebrantase
la carcelería junto con el vicario de Montiel(9).
Estas
declaraciones se unirán a los interrogatorios
realizados a seis vecinos de la villa (Alonso López,
Rodrigo Martín, Alonso Tercero, Juan Pérez
de Monguía, Pedro Hernández y Diego Navarro),
los cuales confirman que se encuentra en el barrio de “La
Madre de Dios” una ermita que se edificó hace
unos diez años, donde hay un hospital y en la que
se dicen dos misas por semana, y que en su opinión
de seguir la situación así alguna ermita
o capilla acabará desplazando a la Parroquia de
Santa Catalina(10).
Todo
ello llevará al tribunal a dictar sentencia,
y si bien el 22 de marzo de 1561, se indica al bachiller
que no debe decir misa salvo a los pobres enfermos que
estuviesen en el hospital, que no se administrasen los
Santos Sacramentos, ni que se le pusiera campana ni insignia
alguna de iglesia a la ermita, por otro lado en una provisión
del 27 de marzo, se indica que de aquí en adelante
no se vuelva a molestar al bachiller Juan Díaz de
Sabina, que según la autorización recibida
en 1550, podía continuar diciendo misa en la capilla
del hospital a los enfermos que hubiera en él(11).
La
ermita llamada de Nuestra Señora de la Asunción
es citada en 1575, como una de las dos ermitas principales
de la villa, viviendo todavía las cuatro hermanas
del clérigo Sabina que junto a él la fundaron.
Cambiará luego su nombre por el de Nuestra Señora
de la Concepción, teniendo una capilla con dicha
advocación, pasando con posterioridad a denominarse
del Santo Cristo del Amor, como ya hemos apuntado.
El
6 de octubre de 1602, el Vicario del Campo de Montiel
envía una provisión autorizando que “la
justicia e ayuntamiento puedan tomar las quentas de los
bienes de la dicha iglesia e acudir a los rreparos que
haga el mayordomo en la ermita y ospital”, con
la cual la Orden delega parte de sus atribuciones de visita
y control en beneficio del Ayuntamiento(12).
Esta
ermita, a pesar de su deseo de preeminencia nunca conseguirá desplazar
a la parroquia de Santa Catalina y su hospital tampoco
lo hará al del concejo, que
será conocido simplemente como el “hospital”,
mientras que el situado junto a la ermita tendrá una
función complementaria, como una casa de acogida
aneja a la ermita, lo que es reforzado por su especialización
en la atención de frailes pobres y pasajeros, y
de mujeres viudas, pobres y honestas. El hecho de ser un
hospital asociado a una ermita le hace ser un caso singular,
pues entre todos los hospitales tanto del Campo de Montiel
como del vecino Campo de Calatrava sólo encontramos
otro ligado a una ermita, la de Santa María la Rosada
en Argamasilla de Calatrava(13).
Imagen
de la ermita de Cristo del Amor que fue derribada en
1972
NOTAS
1.Las
personas interesadas en conocer más sobre los hospitales de La Solana,
pueden leer el artículo “Historia de los hospitales
de La Solana 1507-1889” de Carlos Fernández-Pacheco
Sánchez-Gil y Concepción Moya García,
publicado en Cuadernos de Estudios Manchegos nº 28,
2ª época. Instituto de Estudios Manchegos.
Ciudad Real, 2005, pp.177-216.
2.ARCHIVO
HISTÓRICO
NACIONAL (AHN). Archivo Judicial de Toledo. Santiago. Legajo
50.549. 1561. (Contiene documentación entre los
años 1550 y 1561). Pleito sobre el hospital de La
Solana fundado por el clérigo Juan Díaz Sabina.
3.Ibídem.
Carta Real de Carlos I autorizando la edificación
del hospital. 22 de marzo de 1550. Esta carta fue transcrita
por Flores Guerrero, Pilar: “Licencia del Rey Carlos
I de España para construir un hospital con su capilla
en la Encomienda de La Solana” en Gaceta de La
Solana nº 64. Febrero 1986, pp. 43-47.
4,ROMERO
VELASCO, Antonio: Historia de la villa de La Solana.
Imprenta Posadas. La Solana, 1940, pp. 113 y 114.
5.VIÑAS MEY,
Carmelo y PAZ, Ramón: Relaciones histórico-geográficas-estadísticas
de España ordenadas por Felipe II. Ciudad Real. Centro
Superior de Investigaciones Científicas. Madrid,
1971, pág. 486.
6.
AHN. Archivo Judicial de Toledo. Santiago. Legajo 50.549.
Denuncia del bachiller Lope Carrillo de Figueroa en nombre
del Licenciado Pastrana, cura de La Solana. 20 de diciembre
de 1560.
7.FLORES
GUERRERO, Pilar: “Licencia del Rey Carlos I de España
para construir un hospital con su capilla en la Encomienda
de La Solana (Siglo XVI)” en Gaceta de La Solana
nº 64. Febrero 1986, pág. 45.
8.AHN.
Archivo Judicial de Toledo. Santiago. Legajo 50.549.
Carta de Lucas de Carrión
en nombre del bachiller Juan Díaz sobre el pleito
que tiene con el bachiller Lope Carrillo, vicario de
Montiel. 4 de marzo de 1561.
9. Ibídem.
Descargo del bachiller Juan Díaz de Sabina. 21 de
marzo de 1561.
10.Ibídem.
Interrogatorio de los testigos.
11.Ibídem.
Resoluciones sobre el pleito. 22 y 27 de marzo de 1561.
12. ARCHIVO
HISTÓRICO
MUNICIPAL DE LA SOLANA (AHMLS). Libro 31. Libro de decretos
del Ayuntamiento de La Solana 1600-1604. Acuerdos del
6 de octubre de 1602.
13. TORRES
JIMÉNEZ,
María Raquel: Religiosidad Popular en el Campo
de Calatrava. Cofradías y hospitales al final
de la Edad Media. Instituto de Estudios Manchegos. Ciudad
Real, 1989, pág. 121.