Este
capítulo será el último que dedicaremos
a la ermita de San Antón, analizando la forma
de construcción, típica de ese momento
y constatado así por los textos que nos hablan
de ermitas ya desaparecidas por diversas causas y otras
que aún perduran en la actualidad.
Al aproximarnos a la ermita, sita en la planicie de
un pequeño cerro, a media legua de la población,
encontramos un edificio alargado de forma uniforme,
rota dicha uniformidad por la mayor altura de la parte
que mira hacia el este y que es la cabecera, la cual
alberga la capilla principal donde se sitúa el
altar. Su cubierta es a cuatro aguas, presentando en
el interior una bóveda de crucería, tipo
reservado para las partes más importantes como
lo era la zona del altar, mientras que el resto presenta
una cubierta a dos aguas, idónea para poder cubrir
el cuerpo de iglesia con madera -de-
pino1--
a par- e hilera, -siendo
los -pares -los
que se encargan
Cubierta
a par e hilera y bóveda del altar en e interior
de la ermita
de transmitir los empujes hacia los estribos que descansan
en las paredes, y la hilera es el tramo de madera horizontal
donde se sujetan los pares, formando una especie de
vértice. Los tirantes se encargan de contrarrestar
los empujes al estar situados de forma horizontal entre
los estribos y apoyarse sobre unas zapatas2.
La madera no sabemos cuánto costó pero
sí lo que se pagó a los que fueron por
ella: "dos fanegas y media de trigo que dio
a los que fueron por la madera". Esta parte
de la ermita es la que forma el tramo más grande
de la misma, lugar en el que se encuentran los bancos
para los fieles en la actualidad. En el siglo XVI la
zona del altar estaba separada del resto de la ermita
por una reja de madera, pues así nos lo indica
la visita de 15353,
este elemento se conoce con el nombre de "deesis"
siendo utilizado sobre todo en la Edad Media para
separar el espacio donde el sacerdote realizaba la consagración
del resto de la ermita, ocupada por los fieles.
En la capilla principal se encontraba la imagen de San
Antón de bulto redondo en un tabernáculo,
que se mandó hacer en la visita de 1550, así
como otra de pincel que suponemos sería un cuadro
con la imagen del Santo, imagen que por otro lado también
se encontraba pintada en un frontal de lienzo4.
La uniformidad que se aprecia desde el exterior no se
corresponde con el interior, ya que a la parte descrita
se une un habitáculo con poyos alrededor de las
paredes, siendo esta la forma en que se daba asiento
a los fieles, igual que ocurría en la ermita
de San Sebastián siendo testimonio de ello la
descripción de la visita de 15245.
La parte citada situada a los pies se relaciona con
el resto de la ermita a través un gran vano central
de forma rectangular a cuyos laterales se suman otros
dos, uno a cada lado, más pequeños en
forma de ventanal dispuestos de forma simétrica.
Por otro lado la techumbre aquí ya no es solamente
de madera sino que se comparte ésta con la obra
de albañilería, abundante en las casas
antiguas de la zona: grandes tijeras soportan el peso
transmitiéndolo hacia los muros, mientras que
un número de maderas colocadas a igual distancia
y de forma perpendicular a los tirantes se ocupan del
cerramiento, para lo que se solía utilizar una
especie de argamasa con yeso y carrizo u otros materiales,
a continuación se blanqueaba dando una mano de
cal y se obtenía el resultado que podemos observar
esta fotografía.
Cubierta
de los pies de la ermita
Volviendo al exterior de la ermita vemos como está
hecha de cal y canto, siendo descrita en las visitas
como "paredes de piedra e barro y rrebocada
de cal"6
apreciando los remates de las esquinas de piedra al
igual que el arco de la puerta que da acceso a la ermita,
el cual es de medio punto y está formado por
grandes dovelas de piedras irregulares, un tanto toscas.
En la parte central aparece labrado el escudo de los
Salazar, familia acomodada de la villa que como ya vimos
contribuyó a que la ermita se pudiera terminar.
El citado escudo está formado por trece estrellas
distribuidas en tres columnas, la central de cinco y
las laterales de cuatro, pudiendo encontrar esta misma
representación heráldica en la capilla
de los Salazar en el interior de la iglesia de Santa
Catalina y en la fachada de una casa sita en la calle
Don Rodrigo.
En el exterior, justo en el centro de la cabecera se
encuentra el único contrafuerte con que cuenta
la ermita, hecho de cal y canto al igual que ésta,
con un pequeño tejado, para preservarlo de la
posible humedad que pudiera recibir de la lluvia. En
esta parte, en la zona que mira al mediodía vemos
dos pequeños vanos, uno que da a la parte del
altar y el otro a la zona reservada para sacristía.
La ermita se encuentra totalmente encalada por dentro
y por fuera, apareciendo esta característica
en las primeras descripciones que existen de ella: "tiene
las paredes rrevocadas de cal"7,
lo cual se haría para una mejor conservación,
teniendo en cuenta su aislamiento y lejanía de
la población, y al estar más expuesta
a las inclemencias meteorológicas por su situación.
Como hemos visto en los capítulos anteriores,
la ermita se construyó en la primera mitad del
siglo XVI, comenzando su construcción por la
cabecera, y alargándose durante algo más
de veinte años, a causa sobre todo de los problemas
para conseguir la financiación necesaria.
Notas.